Serie Niños del hospicio
15570
page-template-default,page,page-id-15570,bridge-core-3.2.0,qi-blocks-1.3.1,qodef-gutenberg--no-touch,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1400,qode-theme-ver-30.6.1,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-7.7.2,vc_responsive,elementor-default,elementor-kit-15539

Serie «Niños del hospicio»

Óleo sobre loneta. 21×25 cm

2023

A veces te hablan y sientes que no estás ahí, no estás ahí para nadie, tampoco para ti mismo. Una voz en off navega por tu interior, suena como algo ajeno, muy lejano. Te comportas de un modo extraño, inaccesible, te da igual lo que los demás piensen de ti. El abandono viene de muy lejos, ya no recuerdas cuando sucedió ese percance, quizás es mejor ignorarlo, no hundirte en ese pensamiento, no conduce a nada que te haga mejorar. La memoria te traiciona y ese recuerdo que quisieras recuperar no está presente. Piensas en una posible familia, en un hogar propio, sientes que mereces ser amado como los demás, pero eso no te ha sucedido a ti, ni crees que te vaya a suceder. Haces piña con los que son como tú, los que han pasado por lo mismo, hacéis equipo, os reís de vuestras miserias, de vuestra necesidad. Todo es de un color ocre y gris: tu uniforme, los pupitres, las comidas, los olores… Quisieras estar en otra parte, poseer algo que te hiciese reír de verdad. No tener preocupaciones, ni dudas. Sabes que no va a ser así, todo es fruto de una imaginación desbordada que galopa de forma desenfrenada. No quiero estar aquí, no quiero estar en ningún lado, no espero nada de nadie. Me oculto para no ser visto, si me escapo es para creer que hay otras formas de vida, aunque yo las desconozca.

 

Hoy han llamado a mi puerta, me he levantado a ver quién era, no era nadie, tan solo el viento.