BIO
Norberto 0lmedo nace en Pontevedra en 1962, ciudad en la que reside actualmente.
Se cría en la casa de sus abuelos en la calle Michelena 36. En el primer piso de dicha casa se hallaba el laboratorio fotográfico de Manuel Pintos y en el bajo de la misma, la Imprenta-Librería Portela, cuyo propietario y gestor era su abuelo Ramón Portela.
Ya desde su infancia siente una fuerte atracción por el mundo de la Artes Gráficas y muestra gran interés por lo que sucede en el taller de la imprenta familiar. Un entorno que frecuenta a diario y donde tiene la ocasión de tener su primer contacto con las tintas litográficas. Un niño que observaba sorprendido como su abuelo extraía de un mueble con cajoneras las letras de plomo que posteriormente ensamblaría en un cajetín de madera.
En aquel taller, una máquina en especial, llamaba la atención de aquel niño, la guillotina. Su cuchilla cortaba el papel con precisión inmaculada. El gris y el negro eran los protagonistas de lo que allí sucedía. Una gran cristalera translucida filtraba la luz creando una atmósfera velada que lo invadía todo. Las hojas de papel se apilaban en columnas y fue en aquellas hojas donde comenzó la aventura del dibujo, los primeros garabatos. El laboratorio de Pintos siempre estaba de puertas abiertas, allí también había máquinas. Los telones que colgaban del techo servían de fondos para retratar a los lugareños. En las paredes del estudio había expuestos muchos de los retratos fotográficos fruto del revelado realizado por Pilar Pintos (hija del fotógrafo). Al fondo del estudio se encontraba el laboratorio, lugar mágico donde los químicos hacían su labor. Aquellas hojas de papel se sumergían en líquidos y como por arte de magia, gradualmente y de forma fantasmagórica, aparecían rostros indefinidos bajo la atenta mirada de aquel niño sorprendido. El siguiente paso era colgarlos con unas pinzas de un cordel, allí quedarían hasta que estuviesen totalmente secos.
Grises en la imprenta, grises en el laboratorio fotográfico, grises en la TV. Una infancia de grises, se viera por donde se viera, el mundo de entonces era gris.
Pasaron los años y aquel niño introvertido se hizo adolescente. La librería se convirtió en su mejor aliada, gracias a ella pudo iniciarse en la lectura y hallar un territorio donde evadirse. La curiosidad lo llevo a descubrir otros mundos posibles; El Capitán Trueno, Tintín, Los Hollyster, Julio Verne, Emilio Salgári etc…
Ya con 18 años se traslada a Barcelona e ingresará en la Escola Massana en la que se diplomará en artes aplicadas y técnicas murales a la vez que se especializa en vidrieras. En esta etapa se forma en grabado y serigrafía además de estudiar pintura. Asiste a talleres con Ernesto Fontecilla, Tom Car y América Sánchez. En Barcelona comienza a visitar con frecuencia galerías, algo que se convierte en rutina todos los meses. Se apasiona por el cine convirtiéndose en un asiduo de las salas que proyectan cine de autor. Durante estos años recorre Europa visitando museos y muestras internacionales.
Empieza a exponer de forma regular en diferentes muestras colectivas. Durante su estancia en Barcelona será miembro fundador del colectivo ART-XIU, un proyecto de galería-taller subvencionado por el Departamento de Cultura de la Generalitat del que se desvinculará a posteriori. La Diputación de Pontevedra lo becará en los años 83, 84 y 85. Recibe una ayuda económica de la Xunta de Galicia en el año 88. Asiste a talleres con Lucio Muñoz y Eduardo Arroyo. Realiza su primera exposición individual en la galería Lola Anglada de Barcelona, posteriormente enseñará su trabajo en la Casa de la Parra (su primera exposición en Galicia), Marta Moore en Sevilla y AD-HOC en Vigo, galería con la que comienza a trabajar de forma regular y con la que acudirá a ARCO en años sucesivos, así como a otras ferias de arte tanto en Guadalajara (México), Francia o Portugal. Seleccionado para participar en la Bienal de Roma, Art-Toyama en Japón, Exposición Universal de Sevilla (“Imaxes do desexo”) en las salas del Arenal y diversas exposiciones colectivas tanto nacionales como extranjeras.
Norberto Olmedo entiende la pintura como conjuntos de series que va articulando a lo largo de los años. En concreto, son cinco las series que han ocupado su trabajo. Conceptualmente, trabaja sobre la idea del mal en nuestra sociedad y los resultados que esto provoca en los diferentes ámbitos (la muerte, el deterioro, la perdida, la ausencia, lo apocalíptico) son cuestiones latentes a lo largo de su trayectoria. Su obra denuncia el desgarro que produce la huella del ser humano en la sociedad en su forma más descarnada. “El Mal” como tal, es perverso. Quien lo práctica y disfruta en su ejercicio es un psicópata. Este tiene múltiples caras; llega a ser tan sofisticado que en ocasiones nos resulta difícil distinguirlo. La injusticia ha sido un comportamiento habitual a lo largo de la historia, es aterrador observar sus resultados, pero más decepcionante resulta ver la falta de escrúpulos y la ausencia de arrepentimiento en quienes lo ejecutan.
Norberto Olmedo comienza siendo un pintor abstracto. En sus inicios, su obra es de una gran carga matérica, sintiendo un gran interés por las texturas y su relación con el soporte. Posteriormente su trabajo evolucionará hacia otros territorios, y abandona la materia definitivamente al entender que tiene una carga sensorial que lo aparta de cuestiones más trascendentales. Su obra a partir de los años 90 se hace más sobria y si bien la textura sigue teniendo un protagonismo evidente, en cuestión de color se desnuda y da paso a una propuesta más austera y menos dinámica. Este registro evolucionara progresivamente hasta dar lugar a una pintura más evanescente donde las veladuras convierten su trabajo en algo más fluido, como observamos en su serie del “Ozono”. Esta será su última inmersión en, el terreno de la abstracción, que abandona definitivamente.
La génesis de su trabajo siempre ha partido de una documentación rigurosa. Tanto el cine como la música y la lectura convergen como herramientas que le ayudan a articular contenidos y estados que favorecen el futuro desarrollo de su imaginario. Su trabajo es lento, medido y fruto de una profunda reflexión, sin concesiones a lo gratuito o a cualquier aspecto que lo distancie de la esencial. Entre sus aficiones particulares destacan la lectura, la mitología, la simbología, el cine, la música, el deporte y viajar.